ESTE ESPACIO DARA CUENTA ACERCA DE UNA PROPUESTA DE SEMINARIO DE PREGRADO ELECTIVO SEGUNDO CUATRIMESTRE "SILENCIO Y RIZOMA:EDUCACIÓN, ARTE, POLÍTICA Y SUBJETIVIDAD" DICTADO DURANTE EL AÑO 2009/2010; POR LA LIC. ADRIANA PALOMA EN LA FACULTAD DE PSICOLOGÌA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO RES.Nº 123/2009 C.D. ESTARÀ ABIERTO A LA MULTIPLICIDAD, A LA DIVERSIDAD DE LECTURAS QUE SE PUEDAN REALIZAR ACERCA DE LAS PROBLEMÀTICAS ABORDADAS...
DEVENIR CINE: JEAN LUC GODARD
"SE NOS OCURRE QUE LA POSIBILIDAD DE LEER UN TEXTO ES INVENTAR ALGO EN ESE VACIO. INVENTAR, ES DECIR, SUPLEMENTAR. EL TRABAJO DE LECTURA, CUALQUIERA SEA EL DE UN POEMA, EL DE UN TRATADO, SOLO EMPIEZA AHÌ DONDE SE PRODUCE ESE VACIO QUE DESCUBRE UN SUPLEMENTO. LO OTRO ES REITERACIÒN DE HÀBITOS FAMILIARES DE RECONOCIMIENTO" Adriana Paloma
16 sept 2009
Gilles Deleuze- Claire Parnet: Abecedario P2
Claire Parnet:
«P» como «Profesor», continuación. Vincennes... No su zoo, sino su universidad. Hay que decir que en aquellos años la gente los confundía de buena gana. Y sin embargo, Vincennes fue único y espléndido.
Claire Parnet:
Así, pues, ¿preparabas tus cursos exactamente igual en el instituto y en la facultad? ¿Estaban tan preparados ya en el instituto como luego en la facultad?
Gilles Deleuze:
Completamente. Para mí no había ninguna diferencia de naturaleza entre los dos tipos de cursos. Sí, igual.
Claire Parnet:
Ya que estamos en tus estudios universitarios, háblanos de tu tesis. ¿Cuándo leíste tu tesis?
Gilles Deleuze:
Oh, mi tesis la leí... bueno, hice muchos libros antes, creo que para no hacerla, es decir, esa es una reacción muy frecuente. Entonces trabajaba muchísimo, y luego pensaba: «Hombre, antes de hacer mi tesis, tengo que hacer esto, que es muy urgente». Así que lo retrasé hasta que pude, y luego, finalmente, la presenté... y bueno, creo que quedó de las primeras tesis leídas después de 1968.
Claire Parnet:
¿1969?
Gilles Deleuze:
En 1969, sí, debió ser en 1969, en fin, quedó seguro entre las primeras. Y bueno, eso me dio una situación muy privilegiada, porque el tribunal sólo tenía una obsesión: cómo hacer para evitar a las bandas que seguían paseándose por la Sorbona; tenían verdadero miedo –era el periodo de «la vuelta a la normalidad», los inicios de la «vuelta a la normalidad»... pero pensaban: «¿Qué va a pasar?».
Y recuerdo que el presidente del tribunal me dijo: «Mira, hay dos posibilidades: o hacemos su lectura de tesis en la planta baja de la Sorbona –lo que tiene una ventaja, y es que hay dos salidas. Si pasara algo, así, el tribunal puede largarse... Sólo que el inconveniente es que, como estaremos en la planta baja, por ahí las bandas se mueven más a sus anchas. O bien la hacemos en una primera planta, y entonces tenemos una ventaja, y es que las bandas suben menos hasta allí, suben con menos frecuencia hasta la primera planta, pero el inconveniente es que sólo hay una entrada y una salida. Entonces, si pasara algo, ¿cómo vamos a salir?». Y así, cuando leí mi tesis nunca crucé la mirada con el presidente del tribunal, que no quitaba ojo de la puerta...
Claire Parnet:
¿Quién era?
Gilles Deleuze:
... ¡para saber si estaban llegando las bandas!
Claire Parnet:
¿Quién era tú presidente de tribunal?
Gilles Deleuze:
Ah, no digo su nombre, es un secreto...
Claire Parnet:
Pero yo puedo hacer que cantes. ¡Yo lo sé!
Gilles Deleuze:
...dada su angustia, además era muy encantador... pero creo que estaba más emocionado que yo. Es raro que el tribunal esté más emocionado que el candidato, en vista de aquellas circunstancias... ¡completamente excepcionales!
Claire Parnet:
Pero tú ya eras entonces casi más célebre que las tres cuartas partes del tribunal...
Gilles Deleuze:
Qué va, qué va, yo no era muy célebre, no.
Claire Parnet:
¿Era Diferencia y repetición?
Gilles Deleuze:
Sí, sí, sí.
Claire Parnet:
Pero, en fin, tú ya eras muy conocido por tus trabajos sobre Proust...
Gilles Deleuze:
Sí, sí.
Claire Parnet:
Nietzsche y la... Bueno, pasemos a Vincennes, que fue... ¿a no ser que quieras decir algo sobre Lyon, después de la Sorbona?
Gilles Deleuze:
No, no, no. Vincennes, Vincennes... Bueno, Vincennes es... casi –allí hay, en efecto, un cambio. Tienes razón, porque... –no en la naturaleza de la preparación, de lo que yo llamo preparación o repetición de un curso, ni en el estilo de un curso– porque, de hecho, a partir de Vincennes, dejé de tener un público estudiantil. Aquello era el esplendor de Vincennes, el cambio de... no era general, en todas las facultades, aquello estaba volviendo a un orden, pero Vincennes seguía siendo... o, en todo caso, en filosofía, porque tampoco era verdad de todo Vincennes –era un público de nuevo tipo, vaya. Un público completamente de tipo nuevo, que ya no estaba compuesto de estudiantes, que mezclaba todas las edades, gente que venía de actividades muy diferentes, incluidos los hospitales psiquiátricos, como enfermos, que era el público tal vez al mismo tiempo más abigarrado –y que encontraba una unidad misteriosa en Vincennes.
Al mismo tiempo el más distinto y el más coherente en función de Vincennes, por Vincennes. Vincennes daba a ese pueblo disparatado una unidad... y, para mí, es un público... después, si me hubieran trasladado de facultad –luego hice toda mi vida de profe en Vincennes, pero si me hubieran apartado a otras facultades, ¡no me hubiera reconocido ni a mí mismo! Cuando iba a otra facultad, después tenía la impresión de un viaje en el tiempo, de haber caído de vuelta en pleno siglo XIX. En Vincennes he hablado delante de gente que eran a la vez, todo mezclado: jóvenes pintores, gente en tratamiento psiquiátrico, músicos... drogadictos, en fin... jóvenes arquitectos, todos ellos de países muy diferentes, con oleadas –aquello variaba de año en año; me acuerdo de un año en el que, de repente, llegaron seis australianos, no se sabe por qué, y al año siguiente ya no estaban allí. Los japoneses eran algo constante, 15-20 japoneses todos los años...
Claire Parnet:
¿Los sudamericanos?
Gilles Deleuze:
Los sudamericanos, bueno, los negros, todos ellos, son un público inestimable, son público fantástico.
Claire Parnet:
Porque, por primera vez, aquello estaba dirigido a los no filósofos, es decir, que esa práctica...
Gilles Deleuze:
Era enteramente filosofía, creo que era enteramente filosofía, que podía, que estaba dirigida tanto a los filósofos como a los no filósofos, al igual que la pintura está dirigida tanto a los pintores como a los no pintores... o que la música, que no está necesariamente dirigida a especialistas de la música, y es la misma música, es el mismo Berg o el mismo Beethoven, que están dirigidos tanto a gente que no son especialistas de la música como a quienes son músicos... Para mí, la filosofía debe ser rigurosamente igual. Está dirigida tanto a los no filósofos como a los filósofos, sin cambiar. Cuando la filosofía se dirige a los no filósofos, no implica que se vaya a hacer algo simple. Otro tanto sucede en la música: no se hace un Beethoven más simple para los no especialistas.
Pues bien, con la filosofía sucede lo mismo. Exactamente lo mismo. Para mí, la filosofía siempre ha tenido un doble audición: una audición no filosófica a la par que una audición filosófica, y si no se dan las dos a la vez, no hay nada. Por eso... de no ser así la filosofía no valdría nada.
Claire Parnet:
Ahora, explícame una sutileza: en las conferencias, hay no filósofos, ¿y sin embargo odias las conferencias?
Gilles Deleuze:
Odio las conferencias porque son algo artificial, y luego a causa del antes y el después. Al fin y al cabo, cuanto más me gustan los cursos –es una forma de hablar–, más odio hablar. La verdad, hablar me parece una actividad de... bueno, las conferencias; hablar antes, hablar después, etc., no tienen en absoluto la pureza de un curso... y además las conferencias tienen una cara circense que... los cursos también tienen una cara circense, pero por lo menos es un circo que me hace reír y que es más profundo. Las conferencias tienen algo de artimaña... La gente va a ellas para... en fin, no sabría decirlo, pero el hecho es que no me gustan las conferencias, no me gusta dar conferencias, es demasiado, demasiado tenso, demasiado cabrón, demasiado angustioso, demasiado no sé qué –en fin, no me parecen muy interesantes las conferencias.
Claire Parnet:
Bueno, volvamos a tu querido público de Vincennes, que estaba muy abigarrado, sí, pero yo, en aquellos años de Vincennes, donde había locos, drogadictos, como has dicho, que hacían intervenciones salvajes, que tomaban la palabra –aquello nunca pareció molestarte; todas las intervenciones se producían en mitad de tu curso, que seguía siendo magistral, y ninguna intervención tenía el valor de objeción para ti. Es decir, que siempre había ese aspecto magistral de tu curso.
Gilles Deleuze:
Sí, sí... habría que inventar otra palabra, esa es la palabra que se impone universitariamente: un curso magistral.
Tal vez habría que buscar otra palabra, es decir, hay dos concepciones de un curso; yo creo... una concepción con arreglo a la cual un curso tiene por objeto obtener reacciones bastante inmediatas de un público, en forma de preguntas, necesidades de interrupción: es toda una corriente, toda una concepción de un curso. Y luego, por el contrario, la llamada concepción magistral: hay un señor que habla. Yo sólo sigo.... yo nunca he manejado más que segunda, la llamada concepción magistral. Entonces, como digo, habría que encontrar otra palabra, porque, prácticamente, en última instancia es más una especie de concepción musical de un curso. Para mí, un curso es... no se interrumpe la música, sea buena o mala, o si no se la interrumpe si es muy mala, pero no se interrumpe la música, mientras que se pueden interrumpir perfectamente las palabras. Entonces, ¿qué quiere decir una concepción musical de un curso? Yo creo dos cosas, en fin, en mi experiencia, sin decir en modo alguno que esa concepción es la mejor, digo lo que pienso tal y como veo las cosas, tal y como yo conozco a un público o al que fue mi público. Pienso: «Sucede constantemente que alguien no comprende en el momento, y luego están lo que habría que llamar efectos retardados». Aquí también sucede un poco como en la música. En el momento, no comprendes un movimiento, y luego... tres minutos después, se vuelve nítido, o diez minutos después, porque algo ha pasado entre tanto. Pues bien, con los efectos retardados de un curso, un tipo puede perfectamente no comprender nada en el momento, y diez minutos después la cosa se aclara. Hay un efecto retroactivo. Si ya ha interrumpido –por eso me parecen estúpidas las interrupciones, o incluso las preguntas que se pueden hacer: haces una preguntas porque no estás entendiendo, pero sólo tienes que esperar...
No estamos comprometidos con esto ni con aquello.
Como dicen los hindúes; Neti Neti (No esto No aquello). Estamos comprometidos con la Nada-en-medio –sepámoslo o no. (Mi corazón sigue latiendo sin que yo mueva un dedo, esté yo esquivando el tráfico o llenándome el estómago. ¿Esfuerzo?).
John Cage
“Divina comedia de los castigos: es un derecho elemental estar fascinado hasta el ataque de risa ante tantas invenciones perversas, tantos discursos cínicos, tantos horrores minuciosos. Desde los aparatos antimasturbatorios para niños hasta los mecanismos de las prisiones para adultos, toda una cadena se despliega que suscita risas inesperadas, mientras que la vergüenza el sufrimiento o la muerte no las hagan callar. Los verdugos raramente ríen, o su risa es de otro tipo Valles ya invocaba una alegría en el horror característica de los revolucionarios, que se oponía a la horrible alegría de los verdugos. Basta con que el odio esté lo suficientemente vivo para que de él se pueda sacar algo, una gran alegría, no ambivalente, no la ALEGRÍA de odiar, sino la DE DESTRUIR LO QUE MUTILA LA VIDA”.
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